Las obras en construcción son uno de los indicadores más visibles del impulso comercial de un país. Los cascos, las grúas en funcionamiento y el murmullo de la maquinaria pesada reflejan el crecimiento económico y empresarial con una elocuencia que escapa a los diagramas de barras.
Esta es la razón que ha llevado a muchos países a considerar que la construcción es un sector prioritario en la desescalada del COVID-19. Un nutrido grupo de profesionales, desde inversores y contratistas hasta operarios y proveedores, depende de que proyectos multimillonarios vuelvan a ponerse en marcha. Pero, en tiempos de incertidumbre, los chirridos de las perforadoras y el polvo de los edificios en obras se convierten, además, en un poderoso símbolo de renovación.
Los gobiernos de todo el planeta están dando luz verde a la reanudación de los trabajos de construcción. Infinidad de trabajadores están volviendo a las obras paralizadas y otros muchos engrosan por fin los equipos esenciales que siguieron funcionando con el personal mínimo.
No obstante, esta sensación de alivio no oculta cierta preocupación por retomar las obras con la mayor seguridad posible. En España, los colegios profesionales han distribuido entre sus colegiados información y recursos ante la reapertura de las obras. En otros países, como el Reino Unido, el gobierno acaba de publicar una guía oficial para dar respuesta a las inquietudes del sector de la construcción mientras coordina junto con el Construction Leadership Council (CLC) un plan en tres fases para reactivar, replantear y redefinir el sector.
Al otro lado del Atlántico, un reciente estudio encargado por el alcalde de Austin, en Texas, prevé que las hospitalizaciones por coronavirus en la ciudad se triplicarán si las obras de construcción retoman la actividad sin adoptar medidas de protección adicionales.
Una cosa es segura tras el confinamiento: en un momento de riesgo muy acentuado, organizarse igual que antes no es una opción. Para contribuir a que las empresas se replanteen sus estrategias de seguridad y salud en obra, los expertos ofrecen cinco vías imprescindibles para volver a la actividad.
1. Reforzar la comunicación y la vigilancia
En el caos diario del sector de la construcción, puede resultar complicado respetar todas las medidas de seguridad y salud (antiguas y nuevas). Por ese motivo, en muchas obras imparten charlas formativas periódicas que inciden en los nuevos riesgos y condiciones de trabajo acaecidos por la amenaza del COVID-19.
Mace es una empresa consultora y constructora radicada en el Reino Unido. Su director de BIM e ingeniería digital, Duncan Yarroll, explica que la jornada laboral comienza con un recordatorio de las medidas de seguridad a los equipos de trabajo: “Nuestro objetivo es empezar el día haciendo hincapié en la seguridad. Los supervisores de proyecto presiden una asamblea donde explican a todos los trabajadores las actividades planificadas para ese día. También comprueban que todos los equipos cuenten con las herramientas y la capacitación adecuadas. Y acabamos de incorporar a la agenda una checklist del COVID-19 para insistir en las medidas de seguridad exigibles”.
Las empresas también están reforzando la señalización en obra y dedican más recursos de seguridad y salud para cerciorarse de que el personal respeta las reglas durante todo el tiempo que dura su turno.
2. Reorganizar los turnos
Mike Pettinella, director de Autodesk Construction Solutions en Europa, Oriente Medio y África, afirma: “Los equipos deben adaptarse a un entorno de trabajo diferente. En las zonas donde se han reanudado las obras, las empresas están implantando nuevos protocolos para preservar la seguridad de sus empleados, como modificar los horarios o escalonar las entradas y salidas sin que se vean afectados los criterios de calidad o la productividad”.
En lugar de turnos que solían ser de 8 a 10 horas, algunas empresas podrían beneficiarse de turnos de 12 horas para que el profesional complete el mayor número posible de tareas en una sola visita. Este planteamiento podría entrar en conflicto con la normativa aplicable, de modo que las empresas deben acordar con las autoridades locales que se modifiquen las limitaciones horarias en materia de ruido y de ejecución de las obras.
Por fortuna, las autoridades están colaborando: el Gobierno británico, por ejemplo, publicó una declaración que permite a las obras prolongar el horario de trabajo. Esto conllevará la aplicación de horarios variables de entrada y salida. Por otra parte, se dará prioridad a las solicitudes para abrir las obras 24 horas al día, que deberán ser aprobadas por las autoridades locales cuando sea factible.
3. Plantearse la utilización de ropa inteligente
Los arquitectos, ingenieros y otros miembros del equipo que realizan visitas de obra a diferentes proyectos necesitan protección, y muchos de ellos han manifestado su inquietud por volver a las obras mientras siga activa la pandemia.
Yarroll confía en que los avances tecnológicos sean de ayuda gracias a la automatización de procedimientos: “Una combinación de videoconferencias y ropa inteligente, junto a diversas aplicaciones de última generación que pueden vincularse a ciertas actividades, nos permitirá llevar a cabo las inspecciones en remoto. Con las grabaciones de vídeo podemos examinar las zonas en que se están ejecutando los trabajos, cumplimentar las checklists y distribuir la información digitalmente sin necesidad de exponer a más personas al riesgo de la obra”.
4. Optimizar la organización de obra
Reorganizar los controles en las entradas y salidas, modificar los itinerarios o restringir el número de lugares de reunión pueden ser medidas eficaces para mantener el distanciamiento físico tras la reanudación de las obras.
Amit Puri, especialista en soluciones constructivas en Autodesk, advierte que muchas empresas están implantando recorridos unidireccionales y reforzando el personal de los accesos a la obra para registrar cuándo entran y salen los trabajadores, algo que previene las colas y agiliza el tránsito en los tornos.
“Es importante reducir el número de lugares donde puede haber acumulación de personas en las obras ―explica―. Intuitivamente, podría parecer que se necesitan más puntos para lavarse y desinfectarse las manos, pero, en muchos casos, es mejor distribuir botellas de agua y procurar que se respeten las distancias adecuadas”.
5. Potenciar la colaboración fuera de la obra
Existen diversas herramientas colaborativas para dibujar, redactar documentación, elaborar modelados y compartir la información que pueden ayudar a mantener la distancia interpersonal en las obras de construcción que han vuelto a la actividad, ya que evitan las reuniones presenciales y reducen al mínimo el número de personas en obra.
Lo mismo puede decirse de los informes de seguridad y salud. Al registrar los incidentes digitalmente en lugar de a mano, aumenta la calidad de los datos. Por otra parte, se reducen drásticamente los procedimientos manuales y el consumo de papel.
De acuerdo con Bernard Sala, vicedirector ejecutivo de innovación, investigación y desarrollo del grupo francés de infraestructuras Colas, el avance de la colaboración virtual es cada día mayor. De hecho, podría revolucionar la redacción de proyectos para hacerla digital desde el primer momento.
“Quizá ha llegado la hora de pararnos a pensar cómo adaptarnos al futuro ―intuye Sala―. Si nos apoyamos más en la tecnología en esta vuelta a la actividad, aprenderemos mucho sobre construir en remoto. Digitalizar los procesos nos permitirá anticiparnos a los problemas y, por tanto, seremos más eficientes cuando llevemos esos procesos a las obras. Además, tendrá una repercusión muy positiva en los aspectos económicos y medioambientales de nuestro trabajo. Un proyecto en BIM debería ser más barato que uno convencional, eso está claro”.
Sala expone que otra ventaja será no verse afectados por las posibles restricciones al tráfico aéreo: “Si no podemos volar a Barcelona o Bogotá para reunirnos con nuestros colegas, la tecnología nos ayudará a no perder el vínculo. Podremos afianzar nuestra relación profesional aunque sea a distancia”.
Reanudar las obras con seguridad en medio de una pandemia mundial es todo un reto. Sin embargo, también podría impulsar una auténtica revolución en el sector de la construcción; una revolución que, para muchos, debería haberse producido hace tiempo.
Para Yarroll, la estrategia es clara: “Tenemos una brecha generacional porque los jóvenes no se sienten atraídos por este sector, ya que piensan que las obras no son seguras y que no están muy avanzadas tecnológicamente. Adoptar nuevas tecnologías que nos permitan, por ejemplo, recrear virtualmente un edificio antes de construirlo podría llamar la atención del talento más joven. También serviría para optimizar el número de trabajadores en obra y que les resulte más fácil mantener las distancias. Con todos los problemas que está causando el COVID-19, quizá en el futuro lo veamos como el factor clave que nos hizo replantearnos los métodos de construcción”.
Sala confía en que el sector de la construcción se vea fortalecido tras la pandemia: “Más allá de la crisis sanitaria, estamos viviendo una auténtica revolución en nuestra manera de trabajar. Pretender volver a la normalidad aplicando las mismas recetas de toda la vida sería un error. La sostenibilidad y la digitalización son ya una realidad y tienen que formar parte de la solución”.
Fuente: Redshift by Autodesk
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